**Diálogo sobre la Ley Conan** Dante Avaro 04/07/2024 En alguna oportunidad, me he referido —véase _Dos días imperfectos. Porque con uno solo nunca alcanza,_ editado en Buenos Aires por Editorial Nueva Generación— al señor Anacleto Ambrosio Bartolomeo Paparulo como un individuo inclasificable, un personaje de ficción que fluctúa entre lo bonachón y lo ladino. Aunque trato de evitarlo, siempre me lo encuentro. Tal vez, valga decir que es él quien me encuentra. Toda una incógnita sin resolver. A pesar de ello, debo admitir que sabe respetar mis señales de distanciamiento. Quizá, disfruta verme melancólico, en soledad. Ayer, sin ir más lejos, estaba tomando un café y, tras un saludo cordial, se sienta en la mesa contigua. (Me intriga saber por qué siempre anda transportando un viejo libro de filosofía política cuyo título es _Mémoires de un épingle,_ de Adelaida Manicardi). Al rato, tras unos minutos de distracción de mi parte, estaba acompañado por una señora con gafas de sol. Aunque juro que quise, no pude evitar escuchar la conversación. A continuación, la recreo. **—Sr. Paparulo**: ¿Escuchaste hablar de esa nueva ley de Milei? ¡La que trata sobre perros! **—Lady Gafas**: Ah, te refieres a la Ley Conan. Es más que solo sobre perros, amigo mío. Trata sobre el maltrato animal en general. **—Sr. Paparulo**: ¿Conan? ¿Como el bárbaro? **—Lady Gafas:** No, como el perro del presidente. Aunque, pensándolo bien, quizás haya cierta similitud épica. Pero dime, ¿qué opinas sobre esta ley? Algo respondió el señor Paparulo, pero no lo pude registrar. Me parece haberle escuchado decir que ya hay una ley bastante buena al respecto. A lo que su interlocutor, enfáticamente, le espetó lo siguiente: **—Lady Gafas**: Tu postura me recuerda a Descartes, quien en su _Discurso del método_ consideraba a los animales como meras máquinas. ¿No crees que hemos evolucionado desde entonces? **—Sr. Paparulo:** Supongo. Sin embargo, ¿no hay cosas más importantes de qué preocuparse? Esto parece una distracción. La gente no puede pagar el colectivo y este tipo se preocupa por los perros. Llamar al proyecto de ley con el nombre del perro del presidente, ¿no te parece suficiente distracción? ¿Por qué la ley no se llama Firulais? ¿No te parece que engloba mejor el cariño que todos les tenemos a las mascotas? Es puro circo.  **—Lady Gafas**: Depende como lo quieras ver. Plutarco diría que no. En su obra _Moralia,_ argumenta: «Por pequeña que sea, toda crueldad lleva en sí el germen de un crimen». La compasión hacia los animales está intrínsecamente ligada a nuestra humanidad. **—Sr. Paparulo:** Dale, tirame un griego muerto. Seguro que ese tal Plutarco vivió con un 140 % de inflación y una economía más fría que el cortado que tiran en el bar Los Galgos. **—Lady Gafas**: Latino. **—Sr. Paparulo**: (visiblemente enfadado) ¿Qué? **—Lady Gafas**: Plutarco no era griego, era latino. **—Sr. Paparulo**: Es lo mismo. **—Lady Gafas**: Pero volviendo al tema, ¿no crees que cómo tratamos a los más débiles dice mucho de nosotros como sociedad? Lo que te quiero decir es que los clásicos son una fuente de sabiduría. Pitágoras, por ejemplo, ya abogaba por el respeto a todas las formas de vida. En _Vida de Pitágoras,_ de Porfirio, se menciona que él «prohibía no solo matar, sino incluso maltratar a los animales». En ese sentido, Cicerón argumentó que … **—Sr. Paparulo:** (Burlón) Déjame adivinar, ¿Cicerón tenía un caniche llamado Brutus? **—Lady Gafas:** (Riendo a su pesar) No que yo sepa. Pero, en _Sobre los deberes,_ dice: «La justicia es necesaria para el mantenimiento de la sociedad humana». **—Sr. Paparulo**: (Impaciente) Che, ya me tengo que ir. Vamos a los bifes: ¿cuál va a ser nuestra postura frente a esta ley? ¿Vamos a marchar al Congreso o qué? **—Lady Gafas:** Y… mirá … Me dijeron que hay que armar quilombo. Así que nos oponemos. Hay que decir que esto es puro pan y circo (_panem et circenses_), como dijera Juvenal en su _Sátira X._ **—Sr. Paparulo:** (Mascullando por lo bajo, de manera automática) Pan y circo, ok… **—Lady Gafas:** Hay que evitar que la ley salga con esa denominación, porque nombrar la ley así permite que Milei humaniza la legislación, la hace cercana, personal. Algo que no queremos. ¿Me entendés, no? Recordate esto: Cicerón, en _Sobre el orador_, nos enseñó que «nada es más importante en un discurso que el favor del oyente hacia el orador». Hay que evitar eso. ¡Me captás! Se despiden. Paparulo sale sin saludarme. Al pasar a mi lado, le escucho balbucear “pan y circo” y “todo es un truco político de Milei”. La señora de anteojos de sol paga la cuenta y en la puerta recoge a su mascota en el improvisado _dog parking_. Los ladridos del can resultaron un eco de la conversación. Tengo una enorme curiosidad por saber si el Sr. Paparulo irá al Congreso. ¿Y ustedes? Categoría: #inédita Tags: #Argentina #Milei #democracia